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Tiempos complejos. Tiempos para volver a Dios

Septiembre/2013
José Miguel Núñez nos introduce su nuevo libro «A vueltas con Dios en tiempos complejos»

Posted on septiembre 19th, 2013 by vivirdeotramanera (21 La revista cristiana de hoy)

En el lejano año de 1972 se tradujo al español uno de los libros del teólogo alemán Heinz Zahrnt. En la facultad de teología tuve que estudiar parte de su contenido. Su título en español era: A vueltas con Dios. Y esa expresión me ha rondado insistentemente la cabeza durante estos últimos meses.

Sabemos que corrientes secularistas del siglo XX profetizaron el fin de la religión para los inicios del siglo XXI. Y ya hemos comprobado que no acertaron en su delirio profético. Los autores de la New Age, con su repudio del racionalismo y su búsqueda ansiosa de equilibrio interior, nos hablan insistentemente de espiritualidad y meditación, de trascendencia e iluminación, de Dios y de espíritu. Y no parece que las grandes religiones históricas vayan a desaparecer por ahora. El fenómeno religioso sigue ahí exigiendo, al menos, análisis e interpretación.

Todavía me sorprende que autores contemporáneos en el ámbito del pensamiento posmoderno, marcado por el politeísmo y el agnosticismo, por la muerte filosófica y social de Dios, se les ocurra hablar positivamente de religión, incluso que algunos de ellos deseen salvar al cristianismo. O dicho de otra forma, que se empeñen en seguir «a vueltas con Dios».

La razón se ha hecho más humilde y los argumentos fuertes se han debilitado abriendo espacios a los pequeños relatos que narran una cotidianidad que se ha hecho más amable, aunque fuera haga mucho frío.

Que retorna la religión en este tiempo de complejidad no es solo una percepción personal. Y ha despertado el interés de este observador de la realidad que desea encontrar espacios de diálogo e interpretación que iluminen —siquiera de forma tenue— la opacidad de la existencia en tiempos de especial penumbra. Y si nuestra lectura es acertada será bueno detectar los indicadores que apuntan hacia una hipótesis del retorno de lo religioso que, para muchos, ha dejado de ser excesiva.

En efecto, creo que la proclama moderna de la muerte de Dios y la secularización han abierto, paradójicamente, un nuevo espacio para la religión en nuestra cultura occidental. Una nueva racionalidad deja sitio para la pregunta sobre Dios sin los prejuicios modernos, y retorna una experiencia conocida porque es proveniente de la concepción hebraico-cristiana cuya herencia ha forjado nuestra civilización por mucho que esta ya no se profese cristiana o se considere explícitamente laica. Aunque quizás sea mejor decir en nuestro caso no tanto que retorna la religión cuanto que la filosofía (o al menos una parte del pensamiento actual) parece interesarse de nuevo por ella poniendo así de relieve la laicidad positiva como rasgo característico de la modernidad.

Me he propuesto, en este nuevo trabajo, bajar a la arena de la filosofía y dialogar con G. Vattimo para hacer emerger una reflexión crítica —y modesta— afrontando algunos de los retos que la cultura emergente plantea a la experiencia religiosa y, más concretamente, a la fe en el Dios de la tradición hebraico-cristiana. No me cabe la menor duda de haber encontrado un espacio en el que poder hablar de religión desde el pensar filosófico que «siempre ha de estar entrelazado con la vida».

No se han encontrado las armas de destrucción masiva que justificasen la violencia extrema ante la amenaza del terrorismo mundial (aunque el terrorismo sea condenable en cualquier caso). Como no hemos encontrado las razones fuertes que justificasen una intervención violenta sobre la violencia del pretendido terrorismo metafísico. Hay solo ironía y distorsión. Hoy el mundo es como es. Consecuencia de lo que fue. Proveniencia. Pero al llegar al ocaso, nos damos cuenta de que este largo éxodo hacia una tierra nueva por el desierto del pensamiento débil nos ha hecho más humildes, más libres, más vulnerables.

Sin huir de la realidad y de su inevitable ambigüedad, sin nostalgias de la omnipotencia de la razón moderna, quizás sea tiempo ya de escuchar viejos relatos de una Presencia, que no se impone, de un Misterio, que ilumina pudorosamente la noche y que alienta nuestra marcha bajo el sol del desierto. Quizás podamos así recomponer nuestros compromisos éticos, reconocer y acoger la humanidad del otro, abrir senderos en la jungla de la complejidad actual, mientras seguimos por el camino «a vueltas con Dios».

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